Luego del plenario radical en el que se definió la fecha de las internas para el 11 de octubre de este año, el intendente de San Isidro, Gustavo Posse, salió con los tapones de punta a plantear que no están dadas las condiciones sanitarias para realizar el comicio en esa fecha.
Lo curioso de su pedido es la incoherencia entre el argumento de no realizar la elección y su gestión municipal. Mientras alerta por la cuestión sanitaria por una elección que puede ser de acá a dos meses, es el alcalde que mayor apertura ha realizado en el distrito, desatendiendo la cuestión sanitaria. Incluso ha sido Posse el primero en habilitar deportes individuales y la creación de take away plus que permite sentarse en los bares, lo que derivó en una lógica acumulación de personas en diversos lugares.
Sin ir más lejos, el mismo jefe de gabinete de Axel Kicillof, Carlos Bianco, fue quien acusó a los intendentes de «estar matando gente» por no respetar las leyes y avanzar con aperturas indiscriminadas.
En este escenario hay una lectura que debe imponerse. La interna es a priori la primera derrota de Posse en su vida política y la debilidad se pone de manifiesto día a día. Aunque para algunos más allá de una debilidad se empieza a exponer una preocupante incoherencia.