La humorada de un diputado del PRO ante #OffTheRecord sirve para entender -al menos en parte- el momento en el que se encuentra la institucionalización del acuerdo entre La Libertad Avanza y el partido que conducirá Mauricio Macri a partir del mes que viene. Esto último ya es una certeza: a pesar del pataleo público, Patricia Bullrich capituló y el PRO se lo repartirán Mauricio en lo nacional y Jorge en la Ciudad de Buenos Aires. Jorge es Macri. Si bien desde el bullrichismo lo intentan poner en duda, es casi un hecho, también, que Cristian Ritondo conducirá el partido en la provincia de Buenos Aires. El PRO aspira a una renovación generacional, pero tiene dificultades para operativizarla: por ahora, las únicas fijas son Martín Yeza en la secretaría general, a la cuenta de Macri, y Damián Arabia a la de Bullrich.Todos los ojos están puestos sobre la reunión que tendrán, al regreso del viaje de Javier Milei a Washington, el Presidente y el propio Macri. Sin embargo, un encuentro más interesante se dará en los próximos días entre El Calabrés y Karina Milei. Dentro de la mesa de decisiones libertarias, El Jefe y Santiago Caputo son los más reticentes a abrirle el juego al expresidente. A la desconfianza que ambos le tienen a Macri se le suma un aspecto vinculado a la dimensión humana: Macri, en privado, es sumamente despectivo en términos personales con la hermana del Presidente. Caputo y Karina rara vez difieren en un diagnóstico. A este escenario se le suma la incómoda presencia de Nicolás Posse. El jefe de Gabinete, amigo personal de Milei, comanda los resortes más delicados del Estado y desde el inicio de su gestión repite, al menos ante empresarios y funcionarios del gobierno, los peores epítetos sobre Macri. En las inmediaciones del acuerdo, Posse empezó a ser señalado por presuntas tareas de espionaje ilegal. En el gobierno apuntan a Macri por las filtraciones: “Es el que más conoce del tema”.El debate, entonces, es cómo se le dará forma a un acuerdo que ya públicamente todos, excepto el líder del PRO, manifestaron su voluntad de avanzar. Este aspecto es interesante: Milei, en diversos reportajes, sostuvo que Macri lo apoya incondicionalmente y no le pidió nada a cambio. Podría leerse como una actitud infantil del Presidente. En el PRO interpretan lo contrario: creen que Milei le está “marcando la cancha” a Macri en relación al loteo del gobierno. En las últimas horas, Milei tuvo un gesto con el PRO en el relevo de ANSES. No por quien será su titular, el abogado Mariano de los Heros, sino por su segundo, Alejo Maxit, ex secretario general del organismo durante la gestión Cambiemos y hasta hoy titular de la Administración de Infraestructuras Ferroviarias Sociedad del Estado (ADIF).Uno de los aspectos centrales del debate en torno al cómo de esta fusión es el cuándo. Hay dos escuelas. Una, del entorno de Bullrich, sostiene que debería haber una confluencia electoral para las legislativas del año que viene. La otra, alternativa, señala que la única métrica posible para una elección de medio término es si lográs aumentar tu representación parlamentaria. Entienden, quienes ponen en duda la necesidad de la fusión institucional, que ese número podría agrandarse en caso de ir separados.En paralelo, ayer Milei forzó una declaración ausente, hasta ahora, en su vocabulario. “Cristina es la jefa de la banda”, hociqueó en LN+. El mensaje tiene, al menos, dos lecturas. La primera, una declaración que Macri le estaba pidiendo para pavimentar el camino para un acuerdo, pero meramente narrativo. La otra, un anticipo de ruptura del acuerdo original con el PJ que seteó los primeros pasos del gobierno de Milei con el veto a Mariano Federici, María Eugenia Talerico y otros señalados por el peronismo como artífices de la persecución judicial. ¿Tiene margen Milei, después de haber sostenido el inicio de su campaña presidencial gracias al anterior oficialismo, para romper un acuerdo? Es una incógnita. Para Macri también. El Ingeniero, a su vez, mira con recelo al ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, a quien ve demasiado preocupado por resolver las causas de los clientes de su estudio.Mientras tanto, el extenso texto que Cristina Fernández de Kirchner publicó en San Valentín -con una referencia al amor a la Patria y una cita de Juan Bautista Alberdi- sirvió, a la vez, a varios objetivos y lecturas. En primer lugar, reconfirmó la centralidad de la expresidenta no sólo en el peronismo sino en toda la política nacional. No hay, fuera de Milei y, unos pasos atrás, Macri, ninguna figura con una influencia y liderazgo comparable. La ausencia de estos rasgos alternativos es lo primero que pone un techo, por ahora, a las aspiraciones de representación de potenciales terceros espacios. CFK le envía, así, un mensaje al peronismo que pretendía que después del fracaso del gobierno del Frente de Todos, se retirara a regar los geranios en El Calafate. No ocurrirá.CFK reafirma ese lugar como uno de los dos grandes polos aglutinadores. La epístola polariza con el actual gobierno, remarca la presencia de protagonistas del fracaso macrista en sus filas y advierte abiertamente sobre una especulación transversal a los actores políticos y económicos, pero habitualmente dejada de lado en el debate público, que es la posibilidad que, por algún desborde del conflicto social, el Presidente no termine su mandato. Ese diagnóstico tiene un correlato político y uno económicoEl punto de mayor interés del “documento de trabajo” aparece en las propuestas, que Miguel Ángel Pichetto calificó como un puente a la modernidad. La expresidenta presentó una agenda con cuestiones que no habían aparecido antes en forma expresa y algunas revisiones o afirmaciones sobre aspectos de política pública que se alejan de las miradas dogmáticas que habitualmente se le atribuyen con mayor o menor justicia. La discusión del rol del Estado y la apertura de una agenda de reforma laboral destacan entre los cortes con el dogmatismo. Las agendas de salud, educación y seguridad, entre los nuevos énfasis. El planteo sobre la eficiencia de la cosa pública y las limitaciones que esconde la apelación al “Estado presente” avanza de frente sobre las versiones más vulgares de la cosmovisión kirchnerista y se complementa con el guiño a la apertura del ingreso del capital privado a las empresas estatales, un paso que permitiría crecer preservando el patrimonio público y mejorar su eficiencia.Este modelo es también el que persiguió la legislación de reestatización de YPF, que preservó expresamente el 49% de la empresa para el capital privado, y casi la mitad de las acciones para las provincias petroleras. El planteo laboral, tanto en materia de actualización de la legislación como de los convenios colectivos supone también una innovación valiosa en la mirada del sector político que representa, ya que difícilmente haya solución a la precariedad y conflictividad creciente del empleo que no recoja los cambios en las formas de producir y crear valor. Los focos en seguridad -con el énfasis puesto en la prevención a partir del uso de tecnología-, educación -donde plantea los problemas de conflictividad que han llevado al abandono de la escuela pública por parte de quienes pueden pagar cualquier versión de la educación privada- y del muy fragmentado sistema de salud, también recogen problemas estructurales que se salen de la discusión meramente de recursos y avanza sobre agendas temáticas que habían sido ignoradas o incluso censuradas por distintos sectores de la coalición peronista, fundamentalmente del sector que ella representa.Cualquier pretensión innovadora está ausente, en cambio, en el largo racconto histórico que realiza el documento, que confirma posiciones ya conocidas y elaboradas públicamente, con sus fortalezas y debilidades ya consabidas. La oposición entre un modelo virtuoso de vocación industrial y salarios altos y uno de endeudamiento y valorización financiera fue repetida en los distintos discursos de CFK. También su visión virtuosa de los tres períodos de gobierno, sin distinción, que encabezaron ella y Néstor Kirchner. La única parte módicamente autocrítica -dicho con toda la sorna del caso- es una reafirmación de sus diferencias con el gobierno de Alberto Fernández.Acaso más importante, el documento refuerza la mirada del kirchnerismo sobre el resultado fiscal, la tasa de interés y la restricción externa. Una mirada que no modifica la mención al paso del déficit fiscal como un factor eventualmente relevante, pero cuya importancia se dedica a minimizar. En el documento publicado por CFK, la inflación es consecuencia de la restricción externa, es decir, de la falta de dólares de la economía, ya sea por motivos reales -la balanza comercial- o financieros -la salida de capitales durante los ciclos de endeudamiento. Por otro lado, se califica la tasa de interés como uno de los cuatro precios básicos de la economía; a diferencia del déficit fiscal, parece indicar que las tasas de interés sí serían inflacionarias, destacando que estas son bajas nominalmente en casi todos los países.El diagnóstico podría resultar contradictorio incluso en sus propios términos. Las tasas de interés reales negativas obran como un incentivo a la dolarización de carteras y, en general, limitan severamente el ahorro en pesos. Si los instrumentos en esta moneda no son capaces de mantener el poder adquisitivo frente a la inflación, el dinero se vuelca al dólar o al consumo -ya sea de bienes con alto contenido importado, como celulares, automóviles o televisores, en el caso de los ciudadanos, o a importaciones, en el caso de las empresas. Los controles de cambio tan rígidos como los de Argentina, a su vez, actúan como un subsidio a las importaciones y, por lo tanto, agravan la restricción externa. La ausencia de instrumentos de ahorro en pesos también afecta las posibilidades del país de emitir deuda en su moneda nacional, algo normal en otras latitudes.Las tasas de interés nominales de un dígito vigentes en la región son en todos los casos superiores a la inflación. Es decir, la tasa de interés real es positiva, mientras que en la Argentina fue en general -y particularmente entre 2009 y 2015- fuertemente negativa, todo ello a pesar de ser nominalmente más alta. No es casualidad que todos los países de la región puedan financiarse en su propia moneda y la Argentina, tras el proceso de desendeudamiento virtuoso que correctamente destacó CFK, no. Tampoco es casualidad que el país sea récord en formación de activos externos, cuando quedarse en pesos supone, sí o sí, asumir una pérdida. En este punto, también, cobra relevancia el déficit fiscal y su financiamiento. Para la inflación, no importa tanto de cuánto es el déficit fiscal, sino la capacidad de financiarlo. Argentina no tiene un mercado de deuda en pesos, y la emisión, por la vía del consumo y el atesoramiento de dólares, termina impactando tanto en el dólar como en el balance externo.En esta mezcla entre apertura y refuerzo del propio núcleo debe entenderse esta aparición de la expresidenta que tuvo como norte fijar una agenda para los diálogos con otros espacios y, a su vez, marcar líneas rojas al gobierno. Es por este último motivo que se explica, mayormente, la reaparición de Cristina: la dolarización. Coincide allí con Martín Lousteau y hasta con Ricardo López Murphy sobre sus efectos perniciosos; la habilitación de nuevo endeudamiento en moneda extranjera aparece, también, como límites innegociables. Pichetto sostiene que, además de a la oposición, la carta es una mano tendida al propio gobierno. Ambas cuestiones aparecen como partes centrales del programa de Milei, tanto por motivos programáticos como en cuanto hace a su estrategia antiinflacionaria. No termina de dejar en claro el Presidente si la dolarización incluye también esquemas de competencia de monedas, en los que el peso no pierde su vigencia sino que convive con el dólar, u otros como el de la convertibilidad, con paridad fija y un rol muy limitado para la actividad monetaria del Banco Central. No como hoy, que Milei comparte un grupo de WhatsApp con Luis Caputo y el propio Santiago Bausili. Que no lea esto Federico Sturzenegger.El día de la publicación del documento, Milei compartió en X una nota de El Economista: “Por el apretón monetario, inflación y recesión, ahorristas venden dólares para llegar a fin de mes”. Un colaborador cercano le envió el tuit a CFK con una impugnación al Presidente. “No la ves”, fue la inesperada respuesta. CFK sostiene que ese tipo de maniobras narrativas de Milei consolidan a su base electoral y le muestra a quien jamás ha visto un dólar que no es el único que está sufriendo. La apelación a un consuelo ruin, pero sumamente efectivo.Ya antes de las elecciones de medio término, durante sus discusiones en el seno del gobierno del Frente de Todos, la entonces vicepresidenta declaró sobre la necesidad de un consenso de la dirigencia para dar solución al problema del bimonetarismo -según su concepción, el intríngulis central de los problemas de la economía argentina. Como en aquel momento, son escasas las precisiones sobre el qué hacer más allá del bienvenido corrimiento de los tabúes. Los mismos que insistían que la inflación era un problema de codicia y concentración empresaria hoy aparecen como los principales promotores públicos de las definiciones del documento. Igual que ayer, tampoco hay estructurada una propuesta económica que vaya más allá de la oposición al ajuste.¿Hay entonces en esta carta, donde conviven la polarización y la mano tendida, alguna clave para discutir aquellos consensos con quién fue elegido para ejercer la presidencia con una mínima presencia parlamentaria? ¿Los hay para hacerlo con sectores de la oposición menos reticentes, como los radicales, los partidos provinciales o el peronismo cordobés? Habrá que estar atentos a las pistas que surjan del comportamiento de los dirigentes de Unión por la Patria, particularmente en el Congreso. Hasta el momento, nada hacía suponer un cambio de posturas, aunque el apartado sobre el modo en que el gobierno debería relacionarse con aquellos “también dotados de legitimidad electoral” de acuerdo al los resultados de las elecciones legislativas y provinciales, la oposición al Decreto de Necesidad y Urgencia multipropósito y el proyecto de ley ómnibus -denunciando incluso una reforma constitucional encubierta-, parecen enfocarse en esta posibilidad acaso más explícitamente incluso que las propuestas.La negociación legislativa debería volver a estar en el centro de la escena si Milei y Luis Caputo buscasen otorgar alguna sustentabilidad a los resultados fiscales que festejaron durante el mes de enero. La noticia del primer superávit financiero del Sector Público Nacional desde 2012 -y desde 2011 en un mes de enero- es como las salchichas: mejor no preguntar de qué están hechas. En este caso, la licuación de salarios públicos y jubilaciones, así como el aumento de la recaudación por impuestos ligados a la operación en el mercado cambiario, explican la parte del león de los logros financieros en el marco de una economía cuya actividad se desmorona. Hacia adelante, será indispensable para el gobierno encontrar fuentes de recaudación de mejor calidad y mecanismos de recomposición, al menos parcial de jubilaciones y salarios, ya que lo contrario implicaría quitarle cualquier sostenibilidad social al programa del Ejecutivo y podría llevarlo a un escenario en el que el superávit a cualquier costo tenga consecuencias sociales tanto o más graves que el propio déficit fiscal.